Hoy damos comienzo a uno de los tiempos litúrgicos más especiales: el ADVIENTO. Y lo vamos a celebrar como la ocasión lo merece. Coincidiendo con el valor a tratar desde nuestro lema, trabajamos también el AGRADECIMIENTO.
El Adviento es un tiempo de espera, un tiempo para la esperanza, un tiempo para creer que otra realidad es posible, otro mundo es posible, otra manera de mirar, de sonreír, de sentir, de amar… La esperanza de que un niño lo cambiará todo, esperamos que un niño nos cambie el corazón. Por eso, durante este tiempo, vamos a tener los ojos muy atentos para encontrarnos con este niño en las personas cercanas a nosotros que nos muestran parte de su rostro.
Por este motivo, la imagen más grande del cartel es la del pesebre vacío, un pesebre que espera la llegada de ese niño, un pesebre que nos invita a ir poniendo cara a ese niño en diferentes personas. Hay muchas personas que nos rodean que hacen presente a este niño. Personas buenas, que sin anunciarse ni llamar mucho la atención, nos acompañan en todos los momentos de nuestra vida. Personas que nos ayudan a ser mejores, a dar lo mejor de nosotros mismos.
Resaltamos en nuestro cartel la letra “a…” que nos invita a recordar a esas personas a las que queremos dar las gracias. Jesús sigue naciendo hoy aunque veamos el pesebre vacío, y hay muchas personas que nos lo recuerdan. Queremos que este tiempo sea un momento para acordarnos de ellas y agradecérselo.
El otro elemento que aparece en el cartel son las cuatro velas, que nos invitan a recorrer estas cuatro semanas de espera. Y que van a representar a personajes importantes del adviento con los que identificaremos a las personas de nuestra vida a las que queremos dar las gracias.